sábado, 8 de noviembre de 2008

Él

Hace muchiiisimo que no escribo nada por mi cuenta, pero aqui tengo el comienzo d eun relatillo que escribir hace nada. No es ninguna maravilla y quiza un tanto raro y muy corto, pero espero que os guste!

El sonido floto en el aire, tembloroso e indeciso antes de disolverse a orillas de su oído.

Después únicamente quedó el silencio. Se encontró solo, solo con los débiles latidos de su corazón, y el espeso murmullo de la sangre al caer, como una última y lánguida nana.

Pasaron eones.
Sólo podía observar el cielo sobre su cabeza, donde una bombilla gastada se escondía entre servilletas rojas y rosadas y ambarinas.

Eran las servilletas que habían utilizado en la fiesta de su hermana, paños de papel fino, como gasas de seda, con hadas del color de las fresas, de los cerezos, de la cerveza. Ella cumplía diez años. Se había vestido como una princesa, como una ninfa risueña con las mejillas manchadas de chocolate, sonriendo ante una decena de luciérnagas temblorosas.
Cogió aire con los diminutos pulmones, mucho, tanto que parecía robar el cielo con su pequeña nariz, y luego soplo, soplo y soplo sobre las diez velitas, y derepente la casa de paja salía volando, y Marilyn Monroe se sujetaba la falda, y era una sílfide, y era Kotura y Eolo.

Y las velas, de súbito, se apagaron entre lágrimas de cera.
Todos se rieron y aplaudieron, como bufones en la corte de Titania. Y él también quiso sonreír, pero tenía los labios congelados y no pudo moverlos. Era como si aquella no fuera su boca y aquellos no fueran sus brazos, ni sus piernas. No podía moverlos, ni sentirlos. Quiso volverse, pero fue no capaz de girar la cabeza. Intento cerrar los ojos, pero sus parpados se negaron a caer.

Tuvo que quedarse mirando el cielo, una granada siempre abierta, mientras el universo se contraía y se expandía y se volvía a contraer, aunque las nubes siempre eran las mismas y el sol no se movía un ápice.
Y esperó, solo, siempre solo, por que no tenía voz para llamar a nadie y nadie había para escucharle.

Hasta que ella llegó.

1 comentario:

Víctor Teruel Sánchez dijo...

Que relato más chunguillo, pero me encanta como escribes, y sobretodo que te hayas animado a publicarlo!!

Ojalá vea más entradas como esta, y más a menudo!